E. E. Cummings
"Llevo tu corazón conmigo,
lo llevo en mi corazón.
Nunca estoy sin él,
donde quiera que yo voy,
vas tú mi querida.
Y lo que sea que yo haga,
es tu obra, mi amada.
No temo al destino,
ya que tú eres mi destino, mi dulce.
No quiero ningún mundo,
porque hermosa,
tú eres mi mundo, mi verdad.
Este es el secreto más profundo
que nadie conoce.
Esta es la raíz de la raíz,
el brote del brote,
el cielo del cielo
de un árbol llamado vida,
que crece más alto
de lo que el alma puede esperar
o la mente ocultar.
Es la maravilla que mantiene
a las estrellas separadas.
Llevo tu corazón.
Lo llevo en mi corazón."
sábado, 21 de abril de 2012
Mientras paseaba una tarde (W. H. Auden)
"Mientras caminaba una tarde, caminando por Bristol Street,
las multitudes en la calle, eran campos de trigo maduro.
Y cerca del río desbordante, oí un amante cantar,
bajo un arco de las vías del tren, - el amor no tiene fin,
te amaré querida, te amaré, hasta que China se junte con África,
y el río salte por sobre la montaña, y los salmones canten en la calle.
Te amaré hasta que el océano sea doblado y colgado a secar,
y las siete estrellas vayan graznando como gansos por el cielo.
Los años correrán como conejos, porque en mis brazos tengo la flor de las eras,
y el primer amor del mundo. -
Pero todos los relojes de la ciudad empezaron a chirriar y a sonar:
- Oh no dejes que el tiempo te engañe, el tiempo no se puede conquistar.
En la madriguera de la pesadilla, donde la justicia se desnuda,
el tiempo te observa desde la sombra, y tose cuando lo quieres besar.
En dolores de cabeza y preocupaciones, la vida se escapa vagamente,
y el tiempo tendrá su capricho, mañana u hoy.
En muchos valles verdes, flota la angustiante nieve;
el tiempo interrumpe las danzas cruzadas, y el brillante arco de las aves acuáticas.
Oh mete tus manos en el agua, mételas hasta la muñeca;
mira, mira el fondo del agua y pregúntate qué te perdiste.
El glaciar golpea dentro del armario, el desierto suspira en la cama,
y la rajadura en la taza de té abre un camino hacia la tierra de los muertos.
Donde los mendigos rifan los billetes, y el Gigante seduce a Jack,
y el chico blanco de lirio es un rugidor, y Jill se acuesta de espaldas.
Oh mira, mira en el espejo, oh mira en tu desgracia,
la vida sigue siendo una bendición, aunque tú no puedas bendecir.
Oh párate, párate en la ventana, mientras las lágrimas te queman y brotan;
amarás a tu torcido vecino, con tu torcido corazón. -
Era tarde, tarde al anochecer, los amantes se habían ido,
los relojes habían dejado de sonar, y el profundo río seguía corriendo."
Este es un poema que me llegó al alma cuando lo escuché e increíblemente me di cuenta que es el mismo autor de la frase principal que tiene este blog; W. H. Auden. Supe ahí que definitivamente tenía que ponerlo. Lean y siéntanse como yo..
"Detengan los relojes,
corten el teléfono,
prevengan que el perro ladre,
con un jugoso hueso.
Silencien los pianos,
y con un tambor sordo,
saquen el ataúd,
que los dolientes entren.
Dejen que los aviones circulen,
gimiendo por encima,
escribiendo en el cielo el mensaje:
él ha muerto.
Que las palomas tengan crespones,
en los cuellos blancos,
que los policías de tránsito,
se pongan guantes negros de algodón,
Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,
mi semana de trabajo y mi domingo de descanso,
mi mediodía, mi medianoche,
mi conversación y mi canción.
Pensé que el amor duraría para siempre,
estaba equivocado.
Las estrellas no son queridas ahora,
apáguenlas todas,
empaquen la luna, y desmantelen el sol,
vacíen el océano, y barran los bosques,
porque ahora nada puede volver a servir jamás,
para algo bueno."
"Detengan los relojes,
corten el teléfono,
prevengan que el perro ladre,
con un jugoso hueso.
Silencien los pianos,
y con un tambor sordo,
saquen el ataúd,
que los dolientes entren.
Dejen que los aviones circulen,
gimiendo por encima,
escribiendo en el cielo el mensaje:
él ha muerto.
Que las palomas tengan crespones,
en los cuellos blancos,
que los policías de tránsito,
se pongan guantes negros de algodón,
Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,
mi semana de trabajo y mi domingo de descanso,
mi mediodía, mi medianoche,
mi conversación y mi canción.
Pensé que el amor duraría para siempre,
estaba equivocado.
Las estrellas no son queridas ahora,
apáguenlas todas,
empaquen la luna, y desmantelen el sol,
vacíen el océano, y barran los bosques,
porque ahora nada puede volver a servir jamás,
para algo bueno."
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